¿Qué es el asma y cómo se trata? Conoce sus síntomas, tipos y cómo evitar una crisis asmática
Este martes 6 de mayo se conmemoró el Día Mundial del Asma, una oportunidad clave para concientizar sobre su diagnóstico, tratamiento y prevención de crisis que pueden poner en riesgo la vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el asma es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en el mundo, pero que aún se diagnostica y se trata menos de lo que debería. En América Latina, por ejemplo, se estima que cerca de 40 millones de personas padecen esta condición dentro de una población de aproximadamente 600 millones.
En el caso de Chile, la Sociedad Chilena de Enfermedades Respiratorias (SER) indica que entre el 7% y 10% de la población vive con asma. Sin embargo, podría existir un subdiagnóstico, lo que sugiere que la cifra real sería aún mayor.
¿Qué es el asma?
El asma es una enfermedad respiratoria crónica caracterizada por la inflamación de las vías aéreas. Esto provoca que se estrechen, dificultando el paso del aire y generando síntomas molestos y, en algunos casos, potencialmente peligrosos.
La doctora Consuelo Rodríguez, inmunóloga clínica, explica que “para algunos, el asma es una molestia menor, pero para otros puede ser un problema considerable que interfiere en sus actividades cotidianas e incluso puede producir crisis que ponen en riesgo su vida”.
Síntomas del asma
Los principales síntomas del asma incluyen:
Dificultad para respirar
Tos frecuente (especialmente en la noche o al hacer ejercicio)
Sibilancias (silbidos al respirar)
Opresión en el pecho
Fatiga
Estos síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia según el tipo de asma y el control del tratamiento.
¿Qué ocurre durante una crisis asmática?
Durante una crisis asmática, las vías respiratorias se estrechan por tres razones principales:
Broncoespasmo: los músculos que rodean las vías respiratorias se contraen.
Inflamación: la pared de las vías se inflama.
Producción de moco: se genera mucosidad que obstruye el flujo de aire.
Esto puede generar una intensa sensación de ahogo, tos, opresión en el pecho y dificultad para respirar, lo que requiere atención médica inmediata si no se controla con el tratamiento habitual.
Factores que provocan una crisis de asma
Existen varios factores desencadenantes de una crisis asmática, entre los más comunes están:
Ejercicio físico intenso
Infecciones respiratorias
Alérgenos como polen, ácaros, moho o caspa de animales
Contaminación ambiental
Cambios bruscos de temperatura
Humo del tabaco
Estrés o emociones intensas
La humedad, mala ventilación y el hacinamiento en las viviendas también pueden aumentar los síntomas, al igual que las bajas temperaturas, especialmente durante el invierno.
Tipos de asma según su gravedad
De acuerdo con la Clínica Mayo, existen cuatro tipos de asma según su gravedad:
Asma intermitente y leve: síntomas hasta dos veces por semana y hasta dos noches al mes.
Asma persistente y leve: síntomas más de dos veces por semana, pero no todos los días.
Asma persistente y moderada: síntomas diarios y más de una noche por semana.
Asma persistente y severa: síntomas constantes, tanto de día como de noche.
Conocer el tipo de asma ayuda a elegir el tratamiento adecuado y evitar complicaciones.
Tratamiento del asma
Aunque el asma no tiene cura, el tratamiento del asma permite controlar sus síntomas y mejorar la calidad de vida. Este se basa en dos pilares fundamentales:
Tratamiento farmacológico: principalmente con inhaladores que contienen broncodilatadores y corticosteroides.
Intervenciones no farmacológicas: evitar factores desencadenantes, mantener ambientes ventilados y sin humo, controlar alergias, y aprender a usar correctamente los inhaladores.
Cómo evitar una crisis asmática
Cómo evitar una crisis asmática depende del conocimiento del paciente sobre su condición. Algunas recomendaciones clave incluyen:
Identificar y evitar desencadenantes
Seguir al pie de la letra el tratamiento médico
Monitorear los síntomas con regularidad
Usar inhaladores correctamente
No fumar ni exponerse al humo
Mantener una buena ventilación en el hogar
Practicar ejercicio de forma controlada y progresiva
La doctora Rodríguez enfatiza que “la prevención y el control constante son elementos clave para evitar las crisis de asma”.
Complicaciones del asma mal controlada
Si no se trata adecuadamente, el asma puede generar consecuencias graves a largo plazo, como:
Daño pulmonar y de las vías respiratorias
Interrupciones del sueño
Complicaciones en el embarazo
Mayor riesgo de infecciones respiratorias, como neumonía
Obesidad
Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE)
Mayor dependencia de medicamentos corticosteroides
Hospitalizaciones frecuentes
El asma es una enfermedad frecuente pero controlable. Con un diagnóstico adecuado, un tratamiento personalizado y un buen conocimiento de sus desencadenantes, es posible vivir una vida activa y saludable. La educación del paciente y el seguimiento médico son fundamentales para prevenir crisis y complicaciones.