Todo Noticias

Escasez hídrica reduce en un 19% la superficie de cultivo frutícola en la region de Coquimbo

Paltos y nogales han visto una merma en el área cultivada en los últimos años, mientras limones y cerezos se han tomado sus terreno, buscando una conversión productiva en lo económico, con menos superficie plantada.

Escasez hídrica reduce en un 19% la superficie de cultivo frutícola en la region de Coquimbo
Por: Diario El Día
La realidad de la escasez hídrica en la región de Coquimbo obligó a los agricultores y autoridades no solo a disminuir la superficie cultivada, sino también a replantear la manera de sembrar, las fechas de cosechar y hasta los rubros a cultivar.

El Agrónomo especialista en Frutales y en Eficiencia Hídrica, e investigador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA Intihuasi, Giovanni Lobos, explicó a El Día que en la región de Coquimbo, de acuerdo al último catastro frutícola entregado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, Odepa Chile, la reducción de la superficie frutícola fue de cerca de cinco mil hectáreas en los últimos cuatro años.

“En el año 2021, la región de Coquimbo presentaba 27 mil hectáreas cultivadas, mientras hoy día se registran 22 mil, lo que significa un 19% de reducción. No necesariamente las plantaciones que más han sufrido, son las que más agua consumen, ya que son varios factores que intervienen, uno es por aquellas pantaciones que requieren un mayor consumo hídrico, que es el caso de los paltos, pero también está asociado a una condición de rentabilidad, porque hay algunos frutales como en el caso de los nogales, que ha sido uno de los rubros que también ha disminuido bastante su superficie plantada, que está asociado a dos condiciones: no hay el agua para regarlos, y que su negocio ya no es tan atractivo como lo fue hace cinco años. Entonces, bajo las condiciones de oferta hídrica, la productividad de los huertos son mucho menores, así que económicamente son deficientes con respecto del agua aplicada, y allí es donde viene la reconversión por otro tipo de especies frutales que toleran una condición de mayor estrés y económicamente son más atractivas para la producción y la comercialización”, explicó el especialista.

Aseguró que hoy día no se está plantando nueva superficie, sino que se está cambiando la superficie que estaba plantada por otro cultivo.

“Al día de hoy han disminuido los paltos, la uva de mesa, los nogales; pero hay otros cultivos que han aumentado de superficie respecto del 2021, como los limones. Los cerezos también son mucho más atractivo con respecto a la rentabilidad por hectárea”, indicó Lobos.

Más por menos

Destacó que hoy día la recomendación apunta a si se puede optar por un cultivo que requiera menos agua y que el requerimiento hídrico de ese cultivo esté en un periodo en el que la oferta hídrica esté todavía disponible.

“Eso sería lo ideal, y por eso es que muchos de los huertos de la parte baja de Limarí, se han transformado a huertos de cerezo, porque es un fruto que termina la cosecha en noviembre y se cosecha en el periodo en el que la oferta hídrica es mayor respecto de otros cultivos”.

Aseguró que lo primero es mejorar la eficiencia hídrica a nivel de huertos, aumentando la tecnificación, utilizando herramientas que permitan aplicar el agua de manera controlada, sin arriesgar la productividad o calidad de la fruta.

“Nosotros tenemos varias evaluaciones trabajando en huertos con el uso de cobertores de suelo, utilización del río subterráneo, que son tecnologías que permiten el ahorro aproximado de un 30% del agua aplicada. También trabajamos en reducir el área foliar, porque al reducir el tamaño de la planta también estamos reduciendo la necesidad de agua, entonces son varias técnicas que estamos trabajando con agricultores para optimizar el agua a nivel de huertos”.

Descartó como una posibilidad el aumento de la superficie plantada, ya que la experiencia y la exigencia les ha hecho entender que deben mantener o disminuir el área.

“Ya no es viable hacer lo que se hizo en algún momento, que fue aumentar mucho la superficie de áreas, incluso de terrenos que nunca fueron agrícolas, y eso generó la problemática que hoy día tenemos. La idea ahora es trabajar sobre la misma superficie que ya está plantada, pero con una mayor eficiencia del uso del agua”.

De buena gestión

Por su parte el Subdirector del Laboratorio de Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales, PROMMRA, de la Universidad de La Serena, Héctor Reyes, indicó cuáles serían los niveles de disminución de las superficies cultivadas totales, no solo las frutícolas.

“Según los datos que tenemos en el Laboratorio PROMMRA, no hay una reducción drástica de la superficie cultivada, sino más bien un cambio en las estructuras de cultivo. No obstante, la cantidad de hectáreas cultivadas se ha reducido en un 21%, comparando la temporada 2016/17 con un total de 52.900 hectáreas y la temporada 2023/24 que tuvo 41.900, disminuyendo cerca de 11 mil hectáreas”.

Consultado sobre las medidas que se han tomado o se pueden tomar para impedir una reducción más acelerada, Reyes indicó que las mismas dependerían de los factores presentes.

“Es difícil pensar en medidas para contener la reducción, pues si bien depende en este caso de la disponibilidad hídrica, hay también otros factores como la relación oferta-demanda y por lo tanto las oportunidades. Dicho eso, una buena gestión hídrica puede ayudar a contener la reducción de superficie cultivada. Una buena gestión hídrica tiene que ver con el uso del agua, desde cómo regamos, por ejemplo, hasta qué cultivos articular en una matriz o productiva. La matriz productiva tiene que ver con los rubros que se decide incluir y la forma como esos rubros pueden estructurarse (desde monocultivo hasta sistemas mixtos). La otra parte central que tiene que ver con la gestión hídrica es extrapredial y allí, el rol de las Organizaciones de Usuarios de Agua y los organismos públicos ligados es fundamental”.

Apuntó el profesional que actualmente existen cultivos menos demandantes de agua, pero que no es suficiente tener cultivos de bajo requerimiento para que la agricultura los adopte.

“La agricultura es una actividad económica, los agricultores viven de ella. Entonces, el cambio de cultivos o el establecimiento de una unidad de producción tiene que conjugar las variables económicas con las capacidades técnicas y el ambiente (disponibilidad hídrica). Dicho eso, las decisiones de qué usos del suelo son los apropiados frente a los escenarios actuales y de mediano o largo plazo en seguridad hídrica, tienen que considerar la o las mejores relaciones entre rentabilidad económica y rendimiento del agua. Eso puede significar otros rubros nuevos o un acomodo de rubros como el reemplazo. Me parece que una forma de abordar estas decisiones es por la vía de considerar el rendimiento económico del agua, más que el rendimiento de la superficie cultivada”, puntualizó.

Fuente
Diario El Dia
Mostrar más
Botón volver arriba