Crisis Hídrica: Diferencias entre el bombardeo y la siembra de nubes
La técnica de siembra de nubes se ha estado aplicando como medida desesperada frente a las sequías desde hace décadas.
Una profunda crisis hídrica esta afectando a la región de Coquimbo que es arrastrada por años amenaza con alcanzar niveles aún más dramáticos esta vez. La falta de agua afecta no solo a la pequeña y mediana agricultura-ganadería, sino también a miles de familias en zonas rurales. Además, grandes ciudades ahora se suman a la lista de víctimas de este flagelo.
Las autoridades han decretado la Región de Coquimbo como Zona de Riesgo Sanitario debido a las graves implicaciones de la escasez de agua. En particular, las provincias más urgentes ante este escenario son Elqui y Limarí, cuyas reservas de agua están prácticamente agotadas.
Bombardeo de nubes
Para este escenario crítico, la Junta de Vigilancia de Río Elqui junto a la Corporación para el Desarrollo y la Integración Paso Agua Negra (Corpan) pretenden concretar un plan de piloto de estimulación o bombardeo de nubes durante este invierno (junio, julio y agosto).
Desde el siglo pasado, el ser humano ha tratado de crear diversos métodos para generar precipitaciones, entre todos, uno de los más utilizados es la estimulación con yoduro de plata.
De acuerdo a Meteored, este es un compuesto químico que tiene una estructura cristalina, parecida al hielo, que al dispersarse dentro de la nubosidad aumenta los núcleos de condensación en los cuales se adosan las gotas de agua ya sea en estado líquido o sólido.
Los meteorólogos anticipan el momento oportuno para su ejecución, porque, un detalle, para bombardear o estimular la nubosidad se requieren, precisamente, nubes. Esta técnica no las crea, o sea, si no hay nubes de lluvias, como los nimbostratos o cumulonimbos, no sirve de nada. No siembra nubosidad, esa es otra historia, sino que estimula la que está presente. Y tiene que ser nubosidad de lluvia, por ejemplo, la camanchaca no sirve.
Siembra de nubes
Mientras la siembra de nubes “consiste básicamente en inyectar en la atmósfera, partículas micrométricas, tradicionalmente yoduro de plata. Estos aerosoles actúan como núcleos de condensación que permiten a la humedad condensarse y formar una gota. Las nubes son en último término una colección de muchas gotas. Existen dos elementos clave para la formación de nubes: humedad y núcleos de condensación”, detalla Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago y líder del grupo científico @Antarcticacl.
La siembra de nubes, inyectando partículas a la atmósfera, supone que no hay nubes debido a la falta de núcleos de condensación. “En ambientes prístinos, donde no hay partículas en la atmósfera, a veces a las nubes les cuesta formarse. Sin embargo, no basta la existencia de núcleos de condensación. El otro elemento clave para la formación de nubes es la humedad; sin ella no sirve de nada inyectar partículas a la atmósfera”, detalla el experto.
Y agrega que, en este caso, “no hay evidencia clara que la inyección de aerosoles a la atmósfera mejore significativamente las precipitaciones. Mucho menos que sirva para revertir una sequía meteorológica. Las sequías, en general, implican la falta de humedad de la atmósfera, así que de nada sirve en esa situación inyectar aerosoles. Si no hay humedad que se condense formando gotas, no hay manera de formar una nube”.
La técnica de siembra de nubes se ha estado aplicando como medida desesperada frente a las sequías desde hace décadas. Nunca han logrado resultados significativos y es muy poco probable que ayude a revertir una sequía.